“…Esta nueva profesión docente requiere regulaciones en el acceso a la formación, el ejercicio, el perfeccionamiento, la promoción, el retiro, sin duda necesidades onerosas y de alta complejidad, pero no más que el costo que estamos pagando, y el que pagaremos si la situación se mantiene en el estado actual."
Contextualizando una nueva profesión docente
Los desafíos de calidad y equidad educativa que el mundo globalizado demanda para un efectivo y armónico desarrollo de la nación, requieren de un elemento clave que ha sido sistemáticamente postergado: el profesor.
Si bien en los últimos años se ha diseminado un discurso que focaliza los esfuerzos en el aprendizaje de los estudiantes, esta aproximación parece haber concebido el aprendizaje como una consecuencia natural de la implementación de prácticas estandarizadas que restringen la idea de aprender y que no necesariamente aseguran los aprendizajes que promueven, omitiendo la naturaleza profesional del desempeño docente y la necesidad de volver a la enseñanza, al desarrollo profesional del profesor, para mejorar la calidad y equidad de nuestro sistema educativo, para lograr el desarrollo de nuestra nación.
Esta noción de aprendizaje implica foco en los profesores, en la enseñanza y en su capacidad efectiva de generar aprendizajes en sus estudiantes, que de ninguna manera se restringen a logros en pruebas externas estandarizadas.
Vivimos un tiempo excepcionalmente propicio en el que tras varios ejercicios previos, tendremos la oportunidad de discutir un esperado proyecto de profesión docente, respondiendo apropiadamente a las necesidades de un país que decide reconocer el valor de sus maestros y el carácter estratégico de dicha profesión. Y esa valoración no puede ser sólo discursiva, sino que debe basarse en políticas que la posicionen de ese modo.
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