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Educación Media Técnico Profesional en Chile: Tres afirmaciones para un debate sobre su Futuro
 
 

 

“La E. Media Técnico Profesional no debe ser pensada exclusivamente como una salida temprana al mundo del trabajo. Esta perspectiva ha estado presente en la política educativa en los últimos años, a partir del reconocimiento de las mayores exigencias de certificación en el ámbito laboral y los propios proyectos de futuro que elaboran los estudiantes”.

 

Leandro Sepúlveda V.
Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación CIDE

El Ministerio de Educación dio a conocer recientemente antecedentes sobre la Educación media técnica profesional (EMTP) en el país, reafirmando una tendencia observada desde hace ya varios años. Entre otros aspectos, este sector formativo presenta una baja tasa de titulación profesional (cercana al 50% de los egresados), problemas de empleabilidad en varias de las especialidades actualmente vigentes y, en muchos casos, perspectivas salariales poco atractivas y con una débil proyección laboral hacia el futuro.

La EMTP aglutina a casi el 45% de la matrícula total de estudiantes de 3º y 4º año de enseñanza media, con una fuerte concentración de jóvenes provenientes de familias de los deciles más pobres de la sociedad. La oferta formativa actual está asociada a los principales sectores económicos del país, pero salvo casos excepcionales, no parece existir un vínculo consistente entre demanda laboral y oferta de cuadros técnicos generados desde este sistema. Un debate pendiente de la política educativa tiene que ver con el perfil estratégico de esta modalidad y el tipo de desenlace educativo/laboral deseable para los estudiantes que cursan estudios en algunas de las 46 especialidades actualmente vigentes.

Aunque en el último tiempo se han desarrollado políticas relevantes para este sector (comenzando con la reforma que permitió su reorganización curricular a fines de los años 90), a estas alturas resulta imprescindible una discusión integral de la EMTP en el marco de los desafíos del sistema educacional en su conjunto. Al respecto, nos parece pertinente relevar tres dimensiones que pueden servir como insumos al debate:

1) La EMTP no debe ser pensada exclusivamente como una salida temprana al mundo del trabajo. Esta perspectiva ha estado presente en la política educativa en los últimos años, a partir del reconocimiento de las mayores exigencias de certificación en el ámbito laboral y los propios proyectos de futuro que elaboran los estudiantes; con todo, aun son muy precarias las iniciativas institucionales que favorezcan el apoyo al desarrollo de trayectorias educativas/laborales de mediano y largo plazo de los jóvenes que estudian bajo este

sistema, predominando las estrategias individuales, muchas veces con escaso nivel de información acerca de las mejores alternativas una vez finalizada la enseñanza media. La discontinuidad del Programa CHILECALIFICA es un ejemplo de la debilidad de las políticas públicas en el desarrollo de una propuesta de educación continua y uno de los temas pendientes para una discusión estratégica sobre el vínculo educación y trabajo en el país.

2) La EMTP debe pensarse en su heterogeneidad. Junto a lo anterior, es importante considerar que la EMTP es expresión de una amplia diversidad de sectores productivos (sin ir más lejos, cerca del 50% de la oferta formativa corresponde al sector servicios), con su propia especificidad y potencial de desarrollo. Un mayor énfasis en la adecuación de la oferta formativa al nivel regional o local, incluyendo la implementación de modelos formativos y curriculares ad hoc, puede ser un impulso relevante que articule y retroalimente a los diversos actores del sistema.

3) La EMTP no puede pensarse de manera aislada. Finalmente, es importante señalar que algunos de los problemas diagnosticados para el sector, son extensibles hacia otros ámbitos del sistema educacional en nuestro país. La situación de indefinición en que quedan muchos jóvenes que egresan de la enseñanza media humanista-científica, sin posibilidad o perspectivas de estudios superiores, advierte sobre la importancia de considerar el desarrollo de habilidades para el trabajo en la enseñanza media en su conjunto. De igual manera, la ausencia de puentes entre la enseñanza media y la educación técnica superior, en algunos casos con una oferta poco consistente y débilmente regulada, señala la pertinencia de políticas más robustas en este campo. Tal perspectiva permite no sólo alcanzar una mejor coordinación curricular (definición de itinerarios formativos), sino que también delinear, con mayor claridad, senderos o trayectorias educativo-laborales que orienten las decisiones de los jóvenes estudiantes y egresados y retroalimenten la labor formativa de los respectivos centros educacionales.