Editorial
 
 

Calidad de educación y desarrollo social

Chile está viviendo como pocas veces en su historia, un interesante proceso de debate y transformaciones del sistema educativo. Las banderas de gratuidad, fin al lucro, no a la selección, se alinean en la dirección de construir un sistema más justo que permita alcanzar la anhelada calidad. Sin embargo, poco estamos discutiendo respecto al contenido de la calidad a la que aspiramos. Si bien la LGE establece una definición amplia de aprendizajes que el Sistema Escolar debe alcanzar, es sabido que los mecanismos de rendición de cuenta, terminan homologando en la práctica, calidad con resultado de Simce.

Es evidente que los aprendizajes del proceso lector son claves, sin duda que el lenguaje matemático es fundamental, sin su comprensión, difícilmente se democratizará el acceso al conocimiento. Una escuela de calidad necesita que los estudiantes logren los aprendizajes contemplados en los referentes curriculares. Los aprendizajes evaluados por el Simce son una pieza fundamental para la justicia; pero el currículum finalmente aspira, tal como la misma ley declara, al desarrollo de personas integrales. Es decir, personas capaces de posicionarse críticamente en la sociedad, que se conecten con sus emociones y sean capaces de expresarlas, que tengan un posicionamiento ético frente a los múltiples dilemas de la vida cotidiana.

Hablamos mucho de la ciudadanía del siglo XXI, pero poco nos hacemos cargo de la complejidad del desafío formativo. La formación de la dimensión ética y social será clave en este proceso, no desde la lógica impositiva de un sistema de valores que la escuela debe reproducir, sino desde un modelo pedagógico que permita a los estudiantes desarrollarse con autonomía y capacidad de comprender las diversas perspectivas y tomar posiciones fundamentadas.

La fascinación por el desarrollo económico no nos puede llevar a olvidar, que el desarrollo sólo tiene sentido si permite a la sociedad una vida mejor. Tal vez es tiempo de recordar la clara advertencia del dramaturgo alemán Bertold Brecht, “Qué ganamos con levantar hermosos edificios, fabricar aviones veloces, artefactos que llegan a otros planetas, si no tenemos hombres felices que viajen y los habiten”. La calidad del sistema escolar, debiera ser medida también, por la capacidad de formar hombres y mujeres más felices que habiten nuestras tierras, para ser un país más pleno para todos.

 

Jorge Radic
Director