La enseñanza de las matemáticas es un proceso de alta complejidad, lo que se verifica por la preocupación mundial que hay sobre este tema, que pone en relieve la formación docente. Los avances científicos y tecnológicos, por su rapidez, han puesto en jaque las tradicionales formas de enseñanza, por lo que es inminente la necesidad de preparar profesores que puedan abordar las diversas transformaciones curriculares que impactan directamente su quehacer. Esto presupone entonces, que la corriente de enseñanza de tipo mecanicista y puramente instruccional está en agonía.
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