La agenda noticiosa de las últimas semanas, además de la coyuntura del mundial de fútbol, ha sido copada por el debate educativo. Un eje central del programa del nuevo gobierno, instala en el centro del debate la necesidad de cambios estructurales en Educación. La transformación de un modelo de mercado, en pro de un sistema que entiende la educación como derecho social, obliga a remirar temas críticos como selección, copago y lucro. El tema está propuesto, ahora el debate está encendido, los diferentes actores levantan con fuerza sus posiciones.
Cuadernos de Educación quiere aportar ideas para esta discusión, así en el artículo central se presenta los tres ejes de la reforma como una deuda histórica: “llega 25 años atrasada”, nos dice el autor. Estamos viviendo un punto de quiebre, lo que se defina en los próximos años, podrá marcar con fuerza el destino de nuestra educación pública y la concepción con que las próximas generaciones aborden las demandas del sector educativo.
Las denominadas reformas “estructurales” que se discuten, no pueden sin embargo dejar de lado temas centrales de calidad educativa. Es muy difícil impactar el aula si mantenemos escuelas segregadas por la capacidad de pago de los padres, pero tampoco se transformará el aula si no apoyamos la labor docente, reivindicando su rol y prestigio, y asegurando solidez en los procesos de formación inicial y continua.
No es cierto el diagnóstico catastrofista sobre la calidad docente, prueba de ello es el concurso de innovación pedagógica del que da cuenta el instrumento de apoyo que ofrece el Cuaderno de Educación de este mes. Evidencia clara de la capacidad creativa de docentes, que aportan con su experiencia al logro de mayores aprendizajes en nuestros estudiantes.
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