Recientemente fueron lanzados los Estándares orientadores para
carreras de pedagogía en Educación Media y también los de Educación Parvularia, del
mismo modo en que hace ya un año aproximadamente se hizo con los de la Educación
Básica.
Sin duda son un gran avance para unificar criterios, en un sistema de formación inicial docente que permite la coexistencia para una misma carrera, de programas diferentes en duración, énfasis, requisitos de ingreso, e incluso en las competencias de sus respectivos cuerpos docentes y directivos, y así, una enorme lista que claramente es mayor en la diferencia que en lo común.
Los estándares constituyen un avance en la posibilidad de entregar las directrices necesarias respecto a aquello que como mínimo deben saber y saber hacer los egresados de toda carrera de pedagogía. No sólo hacen alusión a los saberes disciplinares, sino también a lo que el profesor debe saber enseñar.
Ahora cabe preguntarse por la manera en que las instituciones formadoras de profesores van a considerar este documento. Lamentable sería que estos estándares quedaran guardados en un cajón, pero también resultaría contraproducente al trabajo académico y a la profesionalización docente, que se siguieran al pie de la letra.
Lo que ahora corresponde es abordar una serie de tareas, algunas de las cuales enunciaré:
La primera es la discusión al interior de las instituciones formadoras sobre la manera de incorporar estos estándares. En esta instancia se pondrán en discusión aspectos relevantes tales como la duración de la carrera, el perfil del egresado y un nuevo elemento muy poco explorado: (segunda tarea) discutir sobre el perfil del formador de profesores. |
Una tercera tarea corresponde a examinar el lugar en el plan de estudios que se le otorga a la conexión entre el aspecto disciplinar y los fenómenos de enseñanza, lo que pone un gran acento en diferenciar entre formar un profesor de una disciplina, formar un erudito o investigador en la disciplina, o bien otro profesional que hace uso de la disciplina.
Los estándares son un primer esfuerzo, valorado por cierto, pero que para su incorporación requieren de materiales de apoyo, como textos de estudio especializados para la formación docente (cuarta tarea), pues es muy escaso el existente para este propósito. Más aún, por lo general se trata de material extranjero, por lo que producir uno propio, “made in Chile”, sería una correcta y esperada línea de acción de las instituciones de educación superior.
Una quinta tarea reside en hacerse cargo de la formación continua y proponer formas de cómo vincular los estándares a programas de postgrado, que permitan desarrollar en los profesores en ejercicio la necesaria reflexión sobre los fenómenos de enseñanza y aprendizaje de la disciplina que enseña, contando y participando de los aportes de la didáctica, profesionalizando su quehacer, produciendo en lugar de sólo reproducir.
Estas cinco tareas son solo algunas de las que demandará la incorporación de los estándares a las instituciones formadoras de profesores. Se desprende de ellas la interesante misión de la discusión académica y la producción que en cada plantel se desarrolle, tanto en materia de investigación como en la elaboración de recursos de apoyo. Esto podría permitir ir “refinando” los estándares (otras versiones), desarrollar textos de estudio u otras acciones, incluso pensadas en el ámbito de la formación de alianzas estratégicas para proyectos de investigación. |