Hace treinta años la gestión de la educación pública chilena está en manos del sector municipal. Desde su nacimiento la gestión de las municipalidades ha sido blanco de críticas y cuestionamientos. Aunque hay una tendencia desde distintos sectores políticos a valorar la municipalización de la educación como un avance en la descentralización del sistema educativo, existe un consolidado de evidencias críticas hacia este modelo, referido por ejemplo a las condiciones inequitativas entre los municipios, la escasa autonomía en la gestión y la baja priorización que se le otorga a la educación en medio de múltiples tareas municipales.