Sin duda hoy en día el problema más complejo y apremiante del sistema educativo chileno es su inequidad. Es un dato de la realidad que el nivel socioeconómico de la familia define, en términos globales, el logro que obtienen los niños y jóvenes en la escuela. Un sistema escolar absolutamente segmentado, en el cual existen muy pocas posibilidades de mezcla de estudiantes provenientes de realidades socioeconómicas y culturales distintas.
El abordaje de esta problemática requiere de esfuerzos mucho más sistemáticos y significativos que los realizados hasta ahora. Se necesita que la política pública a nivel macro aumente recursos, perfeccione las regulaciones y agregue de forma articulada otras condiciones claves, como profesores mejor formados y sostenedores mejor preparados entre otros.
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