El buen docente: un guerrero en todas las batallas
Por Rosa Gaete-Moscoso
Directora de Carrera de Educación Básica, Facultad de Educación UAH
La expresión “en tiempos de pandemia” se ha convertido en el adjetivo de, prácticamente, todas nuestras actividades. Es habitual encontrarnos diciendo: “educación en tiempos de pandemia”, “literacidad en tiempos de pandemia”, “amor en tiempos de pandemia”, demostrando cuán determinados estamos por una situación ajena a nuestra voluntad y que nos ha obligado a reformular nuestras acciones.
La formación inicial docente, por cierto, no ha estado exenta de este determinante. Durante el 2020 no solo tuvimos que migrar a un sistema de virtualización de la enseñanza y del aprendizaje, sino que tuvimos que posicionarnos y repensar una parte sustantiva de dicha formación, a saber: las experiencias laborales y prácticas profesionales. Es decir, la dimensión de “formación en la práctica”.
En el caso de la carrera de Educación Básica, este trabajo implicó una reflexión sobre las características del docente que queremos formar. Por ello, nos detuvimos en algunos aspectos que, formadores, egresados y futuros docentes, destacan como parte de nuestro proyecto formativo: y es que los profesores hurtadianos se adecuan y adaptan al contexto, y enfrentan la adversidad.
La educación “en tiempos de pandemia” implicó que los docentes reorientasen su forma de enseñar y de instigar aprendizajes en sus estudiantes, mediante espacios y mecanismos de virtualización. Se abrieron aulas virtuales, se desarrollaron cientos sino miles de estrategias para comunicar los contenidos escolares y para que los estudiantes pudieran construir sus aprendizajes tratando de avanzar ante una situación que llamaba más a la inmovilidad y al temor. Y a ese desafío nos adecuamos. Nuestras futuras y nuestros futuros docentes propusieron y realizaron diseños educativos usando tecnología (guías, cápsulas de video, talleres on line, tutorías virtuales y muchos más) y, desafiándose frente al mar de dificultades, lograron adaptarse a las necesidades que los niños y las niñas, tenían frente a esta nueva conectividad.
En esa acción, nuestros estudiantes mostraron empuje e, incluso, valentía. Aprendieron en la práctica cómo resolver problemas tecnológicos, cómo pensar la enseñanza desde este punto de vista. Y salieron airosos. Tanto las evaluaciones de las Experiencias Laborales como las defensas de título de las estudiantes en Práctica Profesional, mostraron de qué madera están hechos nuestros estudiantes.
Nada de lo realizado estuvo exento de nuevas dificultades. Constancia de ello fueron los múltiples momentos en que las y los estudiantes debieron resolver sus dificultades de conectividad, como también su falta de desarrollo de competencias tecnológicas, y sus resistencias ante lo novedoso y lo desconocido. En ello, la dificultad mayor es la pregunta que nos sigue rondando y ante la cual tenemos pocas respuestas, al menos al día de hoy, ¿cuánto de lo realizado permitió, efectivamente, que las y los niños y adolescentes asistentes al sistema escolar, en pandemia, aprendieran parte o todo de lo que deberían haber aprendido?
Esta pregunta nos acompañará por un largo tiempo y seguirá en nuestra reflexión crítica. De momento rescatamos que, ante escenarios complejos, nuestros futuros docentes son guerreros que, por el bienestar y el aprendizaje de sus estudiantes, darán todas las batallas y, aunque no tengan certeza del éxito ante ellas, no cejarán en su esfuerzo por conseguir aprendizajes de calidad.